
En un mundo cada vez más interconectado, donde las fronteras físicas se diluyen ante la velocidad del internet, el concepto de glocalización ha adquirido una relevancia extraordinaria. Esta palabra, que surge de la fusión entre “globalización” y “localización”, no es solo una moda conceptual, sino una estrategia inteligente que grandes instituciones y empresas están adoptando para generar un impacto más profundo y significativo en las comunidades.
El término “glocalización” (del inglés glocalization) se popularizó en los años noventa gracias al sociólogo escocés Roland Robertson, quien lo introdujo en el ámbito académico para explicar cómo los fenómenos globales se adaptan a los contextos locales. Sin embargo, el concepto tiene raíces más profundas: en Japón ya se hablaba desde los años ochenta de dochakuka, una estrategia empresarial que implicaba adaptar productos agrícolas globales a las condiciones locales. A partir de entonces, la glocalización fue ganando terreno en el marketing, la economía, las ciencias sociales y, más recientemente, en el diseño de políticas públicas.
La glocalización representa una nueva forma de entender el desarrollo: pensar globalmente pero actuar localmente. Significa reconocer que las soluciones universales no siempre son aplicables de forma idéntica en cada contexto. Por ello, las organizaciones que aspiran a transformar la realidad no solo diseñan estrategias desde una perspectiva internacional, sino que también las adaptan cuidadosamente a las condiciones culturales, sociales, económicas y tecnológicas de cada territorio.
En este enfoque, la tecnología juega un papel esencial. Gracias a herramientas como la inteligencia artificial, el análisis de datos y las plataformas digitales, hoy es posible recoger información en tiempo real sobre las necesidades de las comunidades, identificar patrones de comportamiento y tomar decisiones más certeras. Esta capacidad técnica permite que las instituciones implementen políticas o servicios globales de forma personalizada, respetando las particularidades locales.
Un ejemplo claro de glocalización en México es el caso de una empresa transnacional en Chiapas. Esta empresa global del sector de bienes de consumo implementó un proyecto de desarrollo sustentable en colaboración con pequeños productores de palma de aceite en la región. Si bien Unilever opera con estándares globales en cuanto a sostenibilidad, en este caso adaptó su estrategia a las condiciones locales: capacitó a comunidades indígenas en prácticas agrícolas responsables, promovió la inclusión de mujeres en la cadena de valor y generó alianzas con gobiernos locales, ONG’s y universidades. El resultado fue un modelo de negocio que integra lo global y lo local, mejora las condiciones económicas de las comunidades y asegura una producción sustentable a largo plazo.
El liderazgo glocal no se impone, sino que colabora, escucha y construye desde lo comunitario. Implica trabajar de la mano con gobiernos locales, universidades, organizaciones civiles y ciudadanía para generar soluciones conjuntas que tengan sostenibilidad en el tiempo. Esta visión impulsa un desarrollo más inclusivo, donde la tecnología no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para potenciar las capacidades locales y mejorar la calidad de vida.
Además, la glocalización también promueve una economía más solidaria y consciente. Al fortalecer los ecosistemas locales mediante la transferencia de conocimientos, la capacitación digital y el acceso a redes globales, se crean oportunidades que ayudan a reducir brechas y a fomentar la innovación desde la base.
En tiempos donde los desafíos como el cambio climático, la pobreza o la desigualdad requieren soluciones sistémicas, la glocalización se presenta como una estrategia clave para vincular lo mejor del pensamiento global con la acción local, asegurando que los beneficios del desarrollo lleguen realmente a quienes más lo necesitan.
Y tú, ¿cómo piensas que podemos aplicar el enfoque glocal en nuestras comunidades? Te invito a compartir tus ideas en mi página de Facebook David Villanueva Lomelí, con los Hashtags #InnovaciónSocial y #PensarGlobalActuarLocal.
Como bien lo expresó Muhammad Yunus, Premio Nobel de la Paz: “Cada vez que resolvemos un problema social con un enfoque emprendedor, estamos cambiando el mundo.”